Quienes hoy tienen más de 30 años no escucharon, ni en su niñez, ni en la adolescencia sobre la necesidad de tomar determinada cantidad de agua. En contraste, en la actualidad, estamos continuamente bombardeados por mensajes que nos invitan a tomar cada vez una cantidad mayor de agua, incluso el desafío es forzarnos constantemente a incrementar nuestra ingesta. Sabemos que tomar agua es bueno para nuestra salud, de lo que se habla poco, es de los peligros de consumirla en exceso. ¿Por qué si comer de más no es sano, lo sería beber de más?. Según los expertos, beber demasiada agua puede incluso causar inflamación en el cerebro, evitando que regule adecuadamente las funciones vitales que debe desempeñar.
Hoy los médicos y nutricionistas recomiendan tomar de litro y medio a dos litros de agua diaria, pero en realidad, la moda del agua no se inició en los consultorios médicos, sino con la publicidad. De hecho, según un estudio realizado en la Universidad de Pensilvania en Filadelfia, las personas que viven en un clima cálido, y los atletas, efectivamente requieren de un consumo regular de agua pero, ”en las personas saludables promedio, más agua no implica una mejor salud”. El estudio explica por ejemplo que, pese a que uno de los mitos de la alta ingesta de agua es que favorece la eliminación de toxinas, en realidad los riñones limpian las toxinas independientemente de cuánta agua ingiera una persona. De hecho, cuando se consume mucha agua, todo lo que se hace es generar más orina pero no más toxinas en ella.
...................................................................Cuando se ingiere agua en demasía, los riñones dejan de funcionar correctamente, lo que comúnmente se conoce como retención de líquidos. Pero lo más grave es la pérdida de electrolitos, que son esenciales para mantener el electromagnetismo, que es lo que en realidad permite que nuestro cuerpo esté vivo.
Cuando perdemos sales y minerales nuestro cuerpo pierde conductividad, es como si nos diluyéramos, y experimentamos cansancio y somnolencia constante entre otros síntomas. Así mismo, las enfermedades emocionales se hacen físicas más rápidamente, e incluso somos menos receptivos a los tratamientos médicos, incluyendo los tratamientos sutiles que funcionan sobre nuestro campo electromagnético (Reiki, Acupuntura, Flores de Bach, Homeopatía).
Además, cuando se ha tomado demasiada agua más de 13 días, la perdida de sales y minerales ya no permite la asimilación del agua, por lo que las personas se deshidratan y experimentan una necesidad constante de beber, la sed constante es pues síntoma de deshidratación. Existen estudios muy interesantes, aunque poco conocidos, sobre la perdida de conductividad que actualmente está padeciendo el cuerpo humano.
“La orina de una persona sana debe ser amarilla , cuando hemos tenido una ingesta excesiva de agua, nuestra orina se torna transparente, esto es un claro indicador de que hemos perdido sales y minerales, por lo que nuestro cuerpo tiene que hacer un mayor consumo de sus recursos, lo que nos hace más vulnerables a las enfermedades.
Ciertamente perdemos peso cuando tenemos un consumo alto de agua, pero lo hacemos a costa de nuestras reservas de carbohidratos, que es la única fuente de alimento del cerebro. Por ello, cada vez es más común, encontrar mujeres jóvenes muy delgadas que beben mucha agua, sufriendo de ataques de pánico, que no son de fácil diagnóstico, y frecuentemente son confundidos con depresión y ansiedad, por lo que no reciben el tratamiento adecuado”.
Referencias: Universidad de Pensilvania.
David Duarte, Médico Cirujano y Homeópata
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